jueves, 14 de enero de 2016

Puestos a llorar.






Lo haría por causas las cuales no se puede evitar hacerlo. Por tener un cuerpo lleno pero con un huevo vacío a la izquierda del pecho. Por ver como se pierden oportunidades que no volverán.

Por ver que la belleza está en el interior y en este solo queda un 40% de alcohol destilado, mucho ruido y grandes dosis de caos. 

Puestos a llorar, lo haría de verdad.

Puestos a atacarnos lo haría por ver como en un mundo lleno de injusticias hay gente que sigue poniendo su granito de arena para que continúe siendo así.

Puestos a alarmarnos lo haría por ver un futuro que casi tan oscuro como el presente. Por ver que la palabra responsabilidad da alergia.

Puestos a ser buenos, que lo somos, seamoslo de verdad.

Por ver que en el único país que podría ser aceptada, en el que podemos seguir siendo niños toda la vida. Dónde nadie entiende lo que significa madurez y eso te gusta. Aquel lugar donde los polvos sólo son para volar. Y no es poco. 

Allí, dónde su líder te dijo que el sitio donde no debíamos de crecer era en nuestro corazón. Que mantuviésemos la misma ilusión que los niños. Ahí es donde está la magia. En no tener miedo a crecer porque entendemos que es parte de la vida y que cada etapa está compuesta por diferentes cosas pero que las hadas y los lugares mágicos siempre estarán ahí si crees en ellos. 

Donde soñar fuerte no nos da miedo porque ya vimos lo que es caerse y merece la pena ver que cuando te levantas lo haces con el doble de ganas.

Donde podemos tocar el cielo con nuestras manos. Porque la ocasión lo requiere. 

Donde cuando mentimos no nos crece la nariz sino que perdemos a personas importantes.

Donde aprender es parte de nuestro día a día.

Donde la palabra eterno existe. Y son todos esos momentos en los que reímos y disfrutamos.

Justo allí, en ese lugar donde te quedaste a las puertas de entrar. Y donde no dejaron de invitarte a volver.


JK.






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