Cuando uno acude a la mar, sabe a lo que se enfrenta.
Tempestades, ventiscas, animales marinos, sirenas e incluso piratas.
A pesar de todo, cuando queremos vivir una aventura no nos
queda otra que adentrarnos. Sabéis lo que os digo. Uno siempre vuelve a la mar.
Nos cargamos de valor, nos abrochamos el cinturón. Sin
olvidarnos de nuestra espada. Nos ajustamos el sombrero y ya estamos listos para
montarnos en nuestro bote.
Lucharemos contra viento y marea. Nunca mejor dicho. Disfrutaremos del mar en calma y podremos admirar puestas de
sol que jamás antes habíamos visto. Únicas. Momentos que no se repiten.
Pero claro, no siempre esto será así, habrá en otras
ocasiones que tendremos que remar fuerte, agarrarnos como nunca a nuestro bote
y desear que acabe la tormenta para así poder seguir nuestro viaje sanos y
salvos.
Si conseguimos superar todo esto ya tendremos buena parte del
trabajo hecho. Aunque siempre hay que estar atentos. La vida en alta mar nunca es
tranquila.
Sirenas. Antes os hablé de sirenas. Ellas que nadan por
todos los océanos en busca de encandilar a los marineros. Normal, quién no
caería en sus redes. Miradas penetrantes y una música agradable para los oídos.
Ya conocéis las historias de Ulises con estas criaturas. Qué os voy a contar. A
pesar de ello, todo marinero solitario buscará una sirena.
Aun así no debemos olvidar que nuestro objetivo en
la mar no son ellas. Intentarán desviarnos de nuestro camino y quién sabe si
alguna vez lo conseguirán.
Vamos a necesitar alimentarnos. Estamos solos en nuestro bote.
No hay comida. Nos estamos muriendo de hambre y vamos a comernos lo que se nos
ponga por delante. Recurriremos a esos animales. Nos darán sustento para poder
seguir. Miedo, inseguridad, agonía y tristeza. Todos ellos, esos monstruos de
las profundidades a los que nos enfrentaremos y saldremos victoriosos. Estoy
seguro de ello.
Los barcos siempre esconden secretos.
Surcando los mares en grandes navíos, con el ruido de la
cuchilla entre los dientes, esas canciones que hablan de lucha y
siempre huyen cuando el capitán les requiere. Buscando ron y mujeres. Sin
importar quien ni cómo. Jodidos piratas.
Mujeres piratas, menos conocidas que los temidos hombres de
mar. Estas se subirán a tu pequeño bote. Y claro, aquí nadie puede subir si no
está dispuesto a remar. Sólo hay sustento para uno y no va a ser todo para el
invitado. Hay saber compartir.
Todos los que navegamos lo hacemos en el océano pero no
todos vamos en la misma dirección.
Quizás esta sea un gran aventura. Tu aventura. Luchar contra
las adversidades. Superar obstáculos. Y remar. Nunca pares de remar.